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martes, 30 de octubre de 2012

14° Hamlet (parte 6)

a entes que nada quiero informar que las personas que saldran en el blog deveran esperar poco en lo que termino Hamlet y que espero no tardarme  además de que ahora voy a una academia de baile y ya no tengo tiempo de nada asi que supongo que nomas podre escribir los sabados y los domingos
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[Se abre el telon]
Una parte mas retirada de la explanada.
[Entran el Fantasma y Hamlet]

Silver-Hamlet: ¿Donde me llevas? Habla. Mas no sigo.
Shadow-Fantasma: Escuchame.
Silver-Hamlet: Te escucho.
Shadow-Fantasma: esta cerca la hora de entregarme al tormento de las sulfúreas llamas.
Silver.Hamlet: ¡pobre sombra!
Shadow-Fantasma: No te apiades de mí, en cambio escucha atento lo que debo revelarte.
Silver-Hamlet: Habla, que estoy resuelto a oir todo.
Shadow-Fantasma: Así has de estarlo para que me vengues cuando me escuches.
Silver-Hamlet: ¿Que?
Shadow-Fantasma: Yo soy el alma en pena de tu padre, condenada a vagar de noche y padecer de día entre las llamas, hasta que los delitos odiosos que en vidad cometí queden purgados. Ysi no me prohibieran revelar los secretos de mi prisión, podría, con mínimas palabras, horrorizar tu alma, helar tu sangre joven, hacer que te salten ardientes como astros los ojos en la órbita y erizar cada uno de los cabellos de tus revueltas guedejas como puas de medroso puerco espín pero estas revelaciones de la etennidad para oirlos humanos no se hicieron. ¡Escucha, escucha, escucha! Si a tu padre lo amaste alguna vez.
Silver-Hamlet: ¡Oh, por Dios!
Shadow-Fantasma: Véngale del más cruel e inhumano asesinato.
Silver- Hamlet: ¿Asesinato?
Shadow-Fantasma: Infame como todos, pero éste el más cruel, inaudito e inhumano.
Silver-Hamlet: Date prisa en contármelo, para precipitarme, con alas más ligeras que la imaginación, a vengarte.
Shadow-Fantasma: Ya veo que estás dispuesto. Serías más insensible que los blandos yerbajos que impávidos se pudren a orillas del Leteo, si no te conmovieras. Y ahora escúchame, Hamlet corrió la  voz de que, mientras dormía en mi jardín, me mordió una serpiente. Engañaron así, del modo más grosero, forjando esa versión, los oídos de toda Dinamarca; pero debes saber, noble mancebo, que el áspid que mordió la vida de tu padre hoy ciñe su corona.
Silver-Hamlet: ¡Oh, mi alma profética! ¿Mi tío?
Shadow-Fantasma: Ese incestuoso, ¡ay! esa adúltera bestia que con las brujerias de su ingenio y las traidoras dávidas rindió ante su lascivia vergonzosa la voluntad de la que parecia la mas vortuosa de todas las reinas. ¡Oh, Hamlet, qué profunda su caída! Desde el amor tan digno que enlazo nuestras manos, con los votos que le hice al casarnos, rebajarse hasta ese miserable cuyas prendas naturales son míseras con las mías comparadas. Pero si la virtud resistira aunque la tiente la lujuria con agelical disfraz, la liscivia se hastía del telamo celeste, aunque enlazada esté a un ángel refulgente, e irá a cebarse en la basura. ¡Basta! Ya creo sentir el aire matinal; breve seré. En mi jardín dormía mi acostumbrada siesta vespertina, cuando tu tío, robándome la quietud de la hora, se acercó con un´
pomo de zumo de beleño y vertió en mis oidos el tósigo mortal, tan contrario a la sangre de los hombres que por las venas corre como rápido azogue y corta, como gotas de ácido a la leche, la sangre fluida y sana. Tal hizo con la mía, en un instante quedpe como un laproso, con una infecta costra mi cuerpo terso recubierto entero. Y así durmiendo,  a manos de mi hermano perdi de un sano golpe la vida, corona y reina. Segado fui verdeando mis pecados, inconfeso, sin óleos, sin ajustar mis cuentas y con toda la carga de mis inperfecciones sobre mi cabeza.
Silver-Hamlet: ¡Qué horror, qué horror!
Shadow-Fantasma: Si tienes corazón no lo toleres: no consientas que el tálamos real de Dinamarca sea secho de lascivia y criminal incesto. Mas sea cual sea tu decisión, no manches ni tu mente ni tu alma tramando nada en contra de tu madre. Abandolandola al cielo y las espinas que en su pecho alberga, que la hieran punzante. Debo irme, ya anuncia la luciérnaga con su debil fulgor que la aurora esta proxima. Adiós, adiós, acuérdate de mí. (sale)
Silver-Hamlet: ¡Legiones celestiales! ¡Oh, Tierra! ¿Y que más añadiré al infierno? ¡Ten calma, corazón! ¡No envejezcáis de pronto, nervios míos, y sostenedme firme! ¿Que me acuerde de ti, desventurada sombra? Mientras tenga memoria esta cabeza trastornada. Para eso borraré de mi memoria todos los frívolos recuerdos alocados, las sentencias leídas en los libros, todas la huellas de pasado y todo lo que imprimio la juventud de ella y vivirá ta solo sólo tu cerebro, sin mezcla con materias deleznables. ¡Si, por los cielos! ¡Oh, mujer funesta! ¡Y oh, villano, villano, oh, sonriente y maldito villano depravado! Eso lo he de apuntar entre mis notas: "Se puede sonreír y sonreír aun siendo un miserable. Por lo menos así seguro estoy de que ocurre en Dimanarca" ¡Conque mi tió, allí estás! mi consigna es ahora lo he jurado: "Adiós, adiós, acuerdate de mi"
(entran Horacio y Marcelo)
Estevan-Marcelo: ¡Lord Hamlet!
Tails-Horacio: ¡Que los cielos lo amparen!
Silver-Hamlet: Así sea.
Estevan-Marcelo: ¡Ju, ju! ¡Milord!
Silver-Hamlet: ¡Ju, ju! Ven, pajarito, ven.
Estevan-Marcelo: ¡Ah, mi noble señor!
Tails-Horacio: Mas ¿que ocurrio, milord?
Siver-Hamlet: Maravillas.
Tails-Horacio: Cotádnoslas.
Silver-Hamlet: No, las revelarías.
Tails-Horacio: Yo no, por Dios, señor.
Estevan-Marcelo: Ni yo, milord.
Silver-Hamlet: ¿Y qué dirías entonces? ¿Cabe en el corazón de un ser humano? ¿Guardarías el secreto?
Ambos: Por los cielos que si.
Silver-Hamlet: Nunca ha habido un bribón en toda Dinamarca que no fuera bellaco redomado.
Tails-Horacio: No hacía falta, milord, que del sepulcro un fantasma saliera para decirnos eso.
Silver-Hamlet: Cierto es, tienes razón; por eso sin más  preánbulos creo que debemos darnos las manos y partir. Vosotros, donde os llamen vuestros deseos y asuntos y por humilde parte yo iré a rezar.
Tails-Horacio: Torbellino alocado de palabras son ésas, mi señor.
Silver-Hamlet: Siento que te ofendieran en el alma, lo siento, sí, de veras.
Tails-Horacio: No hobo ofensa, milord.
Silver-Hamlet: Por san Patricio, Horacio, sí la hubo, y fue una ofensa grave. Respecto a la visión, permitidme deciros que es un fantasma honesto; y en cuanto a los deseos que tenéis de saber qué hubo entre nosotros, tendreis que refrenarlos a como haya lugar.Y ahora, mis amigos, pues amigos míos sois, compañeros de arma y de estudios, concederme un minúsculo favor.
Tails-Horacio: ¿Cual es, milord? Lo haremos.
Silver-Hamlet: No revelar jámas lo que esta noche visteis.
Ambos: Señor  nada diremos.
Silver-Hamlet: Entremos juntos pero cuntinuad con un dedo en los labios, os lo ruego. Oh, suerte artera, que para enderezarlos yo naciera. Venid, iremos juntos.





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